martes, 12 de agosto de 2014

MODOS DE ACCIÓN DE LOS ONCOGENES EN TUMORES HUMANOS ASOCIADOS

A. FACTORES DE CRECIMIENTO
Las células normales requieren de la estimulación de factores de crecimiento para proliferar. Muchas células cancerosas, adquieren la capacidad para sintetizar los mismos factores de crecimiento a los que responden, generando un ciclo autócrino. Por ejemplo muchos glioblastomas secretan factores de crecimiento derivados de las plaquetas (PDGF) y expresan el receptor PDGF y muchos sarcomas forman tanto el factor de crecimiento transformante α (TGF-α) como su receptor.
La producción incrementada de los factores de crecimiento no es suficiente para la transformación neoplásica, pero la proliferación conducida por factores de crecimiento contribuye al fenotipo maligno mediante un incremento del riesgo de mutaciones espontáneas o inducidas en la población celular en proliferación

Con respecto al modo de acción de los factores de crecimiento podemos decir que el ligado a sus receptores de membrana en las células blanco, activa señales de quinasa que conducen a la activación del ciclo celular y  por tanto a proliferación. Como ejemplo mencionamos al Factor de Crecimiento derivado de plaquetas (PDGF) es un producto de oncogén que actúa normalmente de este modo. 


Modelo de la acción de los genes RAS. Cuando una célula normal es estimulada a través de un receptor de crecimiento, RAS inactivo unido a GDP, se activa hasta un estado unido a GTP. Ras activado recluta RAF y estimula la vía de la MAP-cinasa para transmitir señales promotoras del crecimiento al núcleo. La proteína RAS mutada está permanentemente activada debido a la incapacidad para hidrolizar la GTP, conduciendo a una estimulación continua de las células sin ningún desencadenante externo. El anclaje de RAS a la membrana celular mediante la molecula de farsenil es esencial para su acción.

B. RECEPTORES DE FACTORES DE CRECIMIENTO


Los receptores de factores de crecimiento, que ocupan la posición siguiente en la cascada de señales que va desde el exterior celular al interior para la regulación de su crecimiento, diferenciación y apoptosis, pueden ser otro de los eslabones que fallan en un proceso canceroso. Un ejemplo importante dentro del grupo de protooncogenes que codifican receptores de factores de crecimiento es el gen erbB, que se encuentra frecuentemente amplificado en tumores humanos. El oncogén erbB deriva del gen celular normal, que codifica el receptor de membrana del factor de crecimiento epidérmico (EGF). Su activación por amplificación génica se da en un amplio número de tumores, generalmente provoca una sobreexpresión de su producto, por lo que se producen elevados niveles del receptor.

El oncogén erbB se puede activar también por la deleción del dominio de unión de su ligando, en el extremo amino terminal, como erbB-2, kit, met, ret y trk. Así pues, la versión oncogénica del erbB produce un receptor sin la región de unión a su ligando (el EGF). Aunque el erbB oncogénico presenta también otras mutaciones, parece ser que es esta deleción amino-terminal la principal responsable de su capacidad para transformar células normales en cancerosas. En la ruta normal, la unión del EGF regula la actividad tirosina quinasa del receptor, promoviendo las acciones posteriores de la cascada, de forma que en ausencia del EGF no hay actividad tirosina quinasa. En su versión oncogénica se produce una activación constitutiva de esta actividad tirosina quinasa de proteínas, independientemente de que se una el EGF o no. Por tanto, esta continua actividad fosforilando proteínas de la cascada sería la responsable de la proliferación anormal que conduciría a una neoplasia.




Se han encontrado varios oncogenes que codifican receptores de F.C. Las mutaciones pueden ser de dos tipos:

  •                        que se trunque el receptor.
  •                        mutaciones puntuales.


Los receptores más afectados son para EGF.    
Puede ocurrir que una alteración en el ADN desencadene la síntesis de una proteína anormal cuya conformación se vuelva constitutivamente activa y no responda a ningún tipo de señal o control externo. Se conocen otros casos en que la activación del oncogén provoca la dimerización y consiguiente activación permanente de las subunidades de receptores de membrana y sus cascadas de señales estimuladoras del crecimiento. 


C. PROTEÍNAS IMPLICADAS EN LA TRANSDUCCIÓN DE SEÑAL

Existen varias proteínas que tienen como finalidad convertir las señales externas que se presentan. Para esto están constituidas por varios dominios, actividades de enlaces y actúan por medio de moléculas se señalización intracelular.

Cuando un ligando se une a un receptor provoca una serie de acontecimientos mediantes los cuales las señales provenientes de exterior de la célula son traducidas por estas proteínas al interior. Estos receptores pueden ubicarse ya sea en la superficie de la célula diana como también en el citoplasma o incluso en el núcleo.

Entre los receptores y mecanismos de transducción de señal encontramos:
Receptores con actividad tirosina cinasa intrínseca: Los receptores tiene un dominio de unión al ligando extracelular, una región transmebrana y una cola citoplasmática dotada de actividad tirosina cinasa intrínseca. La unión del ligando determina la dimerización del receptor, la fosforilación de la tirosina y la activación del receptor tirosina cinasa. 

Receptores sin actividad tirosina cinasa intrínseca que reclutan cinasas: Los  ligandos para estos receptores incluyen muchas citocinas, como IL-2 e IL-3, y otras interleucinas. Estos receptores transmiten señales extracelulares hacia el núcleo mediante la activación de los miembros de la familia de proteínas JAK (cinasa Janus).     

Receptores acoplados a proteína G: transmiten señales a la célula mediante proteínas triméricas que se unen al GTP y supone la familia más extensa de receptores de la membrana plasmática. La unión del ligando induce cambios en la forma de los receptores y determina su actividad.

Receptores de las hormonas esteroideas: suelen localizarse en el núcleo y se comportan como factores de transcripción dependientes de ligandos.
Las oncoproteínas que imitan la función de las proteínas traductoras de señales citoplasmáticas descritas anteriormente están situadas en su mayoría en la capa interna de la membrana plasmática, donde reciben señales del exterior de la células. Bioquímicamente son heterogéneas. El ejemplo mejor estudiado de una oncoproteína transductora de señal es la familia RAS de proteínas que se unen al GTP.

Las proteínas RAS oscilan entre un estadio excitado de transmisión de la señal y un estadio quiescente, donde el inactivo se encuentra al estar unido al GDP. El ciclo ordenado de la proteína RAS depende de dos reacciones: 1) intercambio de nucleótido (GDP por GTP), que activa la proteína y 2) hidrólisis del GTP, que lo inactiva. El RAS activado estimula los reguladores de la proliferación cinasa activada por mitógenos (MAP) que inundan el núcleo con señales de proliferación.
Existen tres tipos de RAS: (HRAS, KRAS, NRAS)


Alteraciones de las tirosinas cinasas sin receptor: Se puede producir una actividad oncógena debido a mutaciones en la actividad de este receptor, los cuales normalmente intervienen en las vías de transducción de la señal que regulan el crecimiento celular.

D. PROTEÍNAS REGULADORAS NUCLEARES

El gen c-myc es uno de los más importantes proto-oncogenes que codifican proteínas nucleares. Los productos proteicos del c-myc y otros genes myc, así como de muchos otros protooncogenes, regulan la transcripción de una cohorte de genes diana en el núcleo uniéndose a la secuencia de ADN de estos últimos, permitiendo o impidiendo su transcripción.

La familia de genes Myc contiene al menos siete genes relacionados de forma estrecha,MycNmycLmycPmycRmycSmyc y Bmyc, estos genes codifican factores de transcripción del tipo cremallera de leucina, de forma que están relacionados con la expresión de determinados genes. La proteína myc está presente en una amplia variedad de tejidos adultos y en todos los estadios durante el desarrollo embrionario.

El gen myc está implicado en el control de la proliferación normal, transformación y diferenciación; el myc en células no transformadas es un factor de crecimiento esencial para la progresión dentro del ciclo celular. Niveles elevados de su producto génico aceleran el crecimiento, mientras que una downregulation de la expresión del myc normalmente se corresponde con el comienzo de la diferenciación y su expresión constitutiva interfiere con la diferenciación normal.

Otro ejemplo de proteínas nucleares relacionadas con el control del reloj celular es la codificada por el gen erbA, que es un receptor de hormonas tiroideas. Es interesante destacar que el erbA parece no inducir directamente la transformación maligna por sí mismo, sino que potenciaría la capacidad transformante del erbB en células eritroides.

La mayor diferencia entre la proteína del oncogén erbA respecto al receptor de hormonas tiroideas normal es que ha perdido la posibilidad de unir hormonas tiroideas, presumiblemente como consecuencia de múltiples mutaciones en su dominio carboxi-terminal de unión a su ligando. Así, la proteína de la versión oncogénica del erbA actúa como un represor constitutivo de genes inducibles por hormonas tiroideas independiente del control de tales hormonas.

El gen Bcl-1 es un oncogén que codifica la ciclina D1. En varias transformaciones malignas de las células B, en leucemia linfoide crónica y la leucemia mieloide múltiple, se produce la activación del oncogén ras por translocación entre los cromosomas 11 y 14. En algunas líneas celulares de cáncer de mama se ha podido observar la sobreexpresión de este gen o un aumento de la estabilidad relativa de los transcriptos del mismo. La ciclina D1 activa la cdk-4, que interviene en la fosforilación del pRB y da como resultado un aumento de la proliferación celular.



Así mismo también se hace mención de las proteínas  histonas, que son proteínas reguladoras de genes nucleares. Encargadas del empaquetamiento del ADN nuclear, estas proteínas están capacitadas para ejercer una doble misión: bloquear la activación de muchos genes o promover, por contra, su expresión cuando existe una mutación o peligro de formación de una neoplasia.

 Las histonas son unas proteínas pequeñas que están en el núcleo. Som muy básicas lo que les facilita unirse al ADN para ejercer su función de empaquetarlo formando parte de la cromatina.

Las histonas son de dos tipos: H1 (ó H5) y las histonas nucleosómicas. Las histonas nucleosómicas son más pequeñas ( 102 a 135 aminoácidos) y forman los nucleosomas al enrollar ADN sobre un grupo de ellas. Las histonas nucleosómicas son la H2A, H2B, H3 y H4 y están muy conservadas a lo largo de las diferentes especies.eucariotas. En el núcleo de la célula hay un gran número de ellas (alrededor de 60 millones de cada tipo). Las histonas pueden ser modificadas tras la traducción lo que les cambia sus propiedades de unión al ADN y a proteínas nucleares.


 Las histonas H3 y H4 tienen largas colas N-terminales hacia el exterior del nucleosoma que son susceptibles de ser modificadas covalentemente. Las modificaciones que pueden sufrir las histonas son: acetilación, metilación, fosforilación y mono-ubicuitinación y sumoilación. Estas modificaciones pueden ser heredadas, influyen en la expresión génica, cambian la arquitectura local de la cromatina y podrían también reclutar otras proteínas que reconozcan modificaciones específicas de las histonas según la hipótesis llamada el `código de las histonas. Existe una correlación entre la acetilación de histonas y aumento de transcripción que parece debido a que tras acetilarse la histona se une menos al ADN.

Por otra parte parece haber activadores de la transcripción que se unen específicamente a acetil-lisina mediante un módulo llamado `Bromo`. La metilación de histonas puede tanto activar como reprimir la transcripción dependiendo de qué residuos de lisina en qué histonas son metilados. Estos residuos de metil-lisina parece que reclutan proteínas que contienen un dominio de unión a ellas llamado `Cromo`.
 La acetilación de las histonas regula la expresión de genes relacionados con la inflamación y también parece tener un papel en diversas funciones tales como reparación de ADN y proliferación celular, por lo que se plantea usar inhibidores de la histona deacetilasa como nuevos agentes antiinflamatorios. La deacetilasa de histonas actúa como represor de la transcripción a través de interacciones con otras proteínas lo que lleva a remodelación de la cromatina. Hoy día parece claro que determinados patrones de modificación de histones conducen a determinadas patologías entre las que podrían encontrarse, además de patologías tumorales, patologías inflamatorias de localización broncopulmonar como el asma.

E. REGULADORES DEL CICLO CELULAR

Control del ciclo celular
El funcionamiento correcto de los procesos del ciclo celular requiere de cambios en complejos enzimáticos, entre los que se encuentran las ciclinas, las cinasas dependientes de ciclinas (CDK) y los complejos que se forman ent re ambas (CDK-ciclina). Las formas activas de los complejos CDK-ciclina están constituidas de dos proteínas (una cinasa y una ciclina). Las cinasas son enzimas que realizan la fosforilación de proteínas, y este evento es de gra n importancia para la regulación del ciclo celular. Los complejos CDK-ciclina dirigen a la célula de una fase a otra del ciclo celular. Por lo tanto, la dinámica del ciclo dependerá de las formas activas o inactivas de los complejos CDK-ciclina, entre otros muchos sucesos. Aunque inicialmente se estudió la función de los complejos CDK-ciclina en Saccharomyces cerevisiae y Saccharomyces pombe, se han identificado enzimas con actividades similares en mamíferos. Los estudios en levaduras aún emplean los términos de p34cdc2 para CDK1; sin embargo, las funciones en el ciclo celular son idénticas. Se sabe que CDK4, CDK2 y CDK5 se expresan conjuntamente con las ciclinas D1, D2, D3, E, A y B, durante la progresión de la fase G1 a la fase M (mitosis). El complejo CDK4-D funciona tempranamente en respuesta a factores de crecimiento. Los complejos CDK2-E y CDK2-A son esenciales para la replicación del ADN, y los comple jos CDK2-A y CDK2-B son importantes para la mitosis. Recientemente se han reportado CDK adicionales. La mayoría de los complejos CDK-ciclina de mamíferos pueden remplazar funcionalmente los correspondientes complejos de levadura, y lo mismo ocurre para las enzimas que regulan la actividad de las cinasas, lo que sugiere que por la importante función que tienen los complejos CDK-ciclina en el ciclo celular, éstos se han conservado durante la evolución de los eucariontes.

Cuando existe algún daño genético, los mecanismos de control transcripcional de los complejos CDK-ciclina inducen la interrupción del ciclo celular hasta que el daño se corrige. Esto ocurre en S. ce revisiae y en oocitos de Xenopus. En mamíferos, la interrupción de la proliferación de la línea celular Mu1Lu por TGF-b1 es mediado por la proteína p27 que evita el ensamblaje y activación del complejo CDK2-E.7 Además, se han identificado en mamíferos otras dos proteínas inhibidoras de la actividad de los complejos CDK-ciclina: p16 y p21; 8-11 las cuales bloquean la progresión del ciclo celular en la fase G1; aunque pueden tener otras funciones aún no conocidas. La inducción de p21 (WAF1 o CIP1) depende de p53 y ocurre cuando las células tienen daño en el ADN. La proteína p21 interfiere con la actividad de cinasa del complejo CDK-E. La proteína p16 inhibe la activación de CDK4-D1. Durante la transición de la fase G1 a la fase S, diferentes substratos pueden ser blancos de los complejos CDK2-E, como por ejemplo la proteína supresora de tumores pRb. La proteína pRb se asocia con E2F durante la fase G1 y cuando pRb se fosforila libera a E2F, el cual participa en la transcripción de varios genes requeridos en el ciclo celular. Estos mecanismos de control pueden ser activados por diferentes señales fisiológicas que pueden actuar sobre diferentes complejos CDK-ciclina .



<Puntos de control y el proceso de tumorigénesis

La replicación y segregación del ADN, de los centriolos y de los polos ecuatoriales están finamente regulados. Defectos en estos mecanismos resultarán en formas de inestabilidad genómica como deles iones, amplificaciones, translocaciones, no disyunción de los cromosomas y cambios en la polaridad del genoma. Estas aberraciones se presentan durante la evolución de las células normales hacia células con potencial tumorigénico.

Los puntos de control del ciclo celular tienen una función importante en el mantenimiento de la fidelidad e integridad de la replicación y reparación del genoma. La dinámica del ciclo celular está regulada por estos puntos de control que actúan en la transcripción de los genes de CDK y de las ciclinas, en las modificaciones postranscripcionales de estas proteínas, o en la degradación de las mismas. Los procesos de regulación por retroalimentación positiva y negativa también contribuyen a la progresión del ciclo celular. Los controles negativos en dicha progresión están presentes durante el desarrollo, diferenciación, senescencia y muerte celular, y pueden tener una función importante en la prevención de la tumorigénesis. Se conocen dos estadios donde operan los puntos de control en el ciclo celular: uno al final de la fase G1 y la entrada a la fase S, y el otro, en la transición de la fase G2 a la fase M. De manera general, en la mayoría de los casos, la interrupción de la proliferación celular ocurre cuando la integridad del genoma ha sido comprometida. Alteraciones en el proceso de interrupción del ciclo celular permiten que células con genomas inestables evolucionen a células cancerosas. Tales circunstancias podrían incluir: la senescencia celular, en donde los telómeros (secuencias repetidas que están en los extremos de los cromosomas) se pierden o llegan a ser cortos y se forman los cromosomas dicéntricos inestables; la muerte celular por apoptosis, donde las nucleasas que degradan al ADN están alteradas, y la naturaleza de la respuesta inmune del hospedero, donde se requiere el rearreglo de genes de inmunoglobulinas o del receptor de antígenos de linfocitos T, entre otros casos. No obstante, las células tienen la capacidad de detener la progresión del ciclo celular en una fase específica, cuando el daño es inducido por agentes extrínsecos que inhiben la replicación del ADN. Los genes que codifican para proteínas que participan en esta detención y que e stablecen la dependencia del ciclo celular son los que constituyen los puntos de control del ciclo, regulando los procesos de replicación, activación transcripcional, progresión del ciclo celular y apoptosis.

Función de p53 en el control del ciclo celular

La p53 es un transregulador transcripcional conocido como un gen supresor de tumores. La proteína presenta tres dominios: el N-terminal, que activa la transcripción; el central hidrofóbico, con regiones conservadas que al mutar alteran la capacidad de unión al ADN y su actividad como factor transcripcional, y el C-terminal, que participa en la oligomerización y unión específica al ADN. Entre las funciones más importantes de p53 se encuentran su capacidad para regular la transcripción de genes que participan en el control del ciclo celular. Mutaciones de p53 pueden inducir cambios en el ciclo celular y, por lo tanto, contribuir al desarr ollo de cáncer. En varios estudios, se ha encontrado a p53 mutado asociado a diversas neoplasias (cuadro I).





La proteína p53 funciona como un regulador negativo del ciclo celular, por lo que alteraciones en el gen que interfieren con su función conducen a la pérdida de esta regulación, lo que produce una rápida proliferación celular. La pérdida de la función de p53 está asociada con la inmortalización y/o transformación in vitro in vivo. Se ha propuesto que p53 funciona como un punto de control para regular el paso de las células de un estado de reposo a otro de proliferación. Esto se observa cuando las células se exponen a agentes que dañan el ADN. Se sabe que la elevación de los niveles de p53 induce a que las células se detengan al final de la fase G1 y se reparen los daños en el ADN propiamente por la maquinaria de reparación de éste, antes de continuar con s u replicación en la fase S. Las células con p53 mutado no interrumpen el ciclo celular aun después de que el ADN ha sufrido daño.16 y al desarrollo de neoplasias

Como ya se mencionó, se conocen dos estadios donde operan los puntos de control en la progresión del ciclo celular: en relación con el primero, al final de la fase G1 y la entrada a la fase S del ciclo celular, p 53 tiene una función central, ya que aumenta los niveles de los complejos CDK-ciclina, que a su vez modulan la expresión de genes que participan en la proliferación celular, específicamente en la interrupción del paso de la fase G1 a la fase S, y esto permite la reparación del ADN dañado antes de que continúe el ciclo celular. Además, hay evidencias que demuestran que p53 interactúa con los complejos CDK-ciclina. De esta manera, p53 puede reprimir la expresión de genes que participan en los procesos de replicación y transcripción del ADN, como es el caso del antígeno nuclear de proliferación celular (PCNA), B-m y b, la ADN polimerasa a, C-fos, C-jun, MDM2; o bien, activa genes reguladores negativos de la proliferación celular como Rb, WAF1/CIP1/SD11, GADD45 y GADA, produciendo interrupción del ciclo celular o muerte por apoptosis.9,20,21 En relación con el segundo estadio, donde operan los puntos de control y que comprende la transición de la fase G2 a la fase M del ciclo celular, se tiene poca información. Los puntos de control en fases tempranas del ciclo están representados por los complejos CDK-ciclina. Por ejemplo, las actividades de CDK2-E y CDK2-A son inhibidas por radiación ionizante en una manera dependiente de p53, mediante la activación transcripcional de p2122 (figura 2).

Existen evidencias que sugieren que alteraciones en p53 y en los puntos de control producen inestabilidad genómica y sobrevivencia inapropiada de células dañadas, que contribuyen a la evolución de células normales a células malignas. Entre estos hallazgos se pueden mencionar: a) el hecho de que p53 se encuentra mutado en muchos tipos de cánceres, lo que sugiere que anormalidades en los puntos de control de la fase G1 a la fase S son importantes en la tumorigénesis; b) las aneuploidias y las amplificaciones de genes son comunes en células mutadas en p53, lo que sugiere que la pérdida de la función de p53 está asociad a la inestabilidad genómica; c) los productos de genes virales relacionados con cáncer (SV40, VPH y adenovirus) alteran la función de varias proteínas celulares incluyendo a p53 y Rb, y pueden afectar la función de los puntos de control que operan en el paso de la fase G1 a la fase S del ciclo celular. El complejo entre la proteína transformante del virus de papiloma humano E6 y p53 conduce a una rápida degradación de p53 mediante proteólisis dependiente de ubiquitina, y por lo tanto, se pierde la interrupción del ciclo celular inducido por p53;26 d) los pacientes con ataxia telangiectasia tienen inestabilidad genómica, alta incidencia de linfomas linfoblásticos27 y presentan alteraciones en genes que se requieren para la inducción óptima de p53 en la fase S después de la irradiación, y e) en adenocarcinomas de epitelio esofaríngeo se ha sugerido una función de los mecanismos que controlan el paso de la fase G1 a la fase S dependiente de p53. Además, la expresión anormal de las ciclinas D, E y A, en asociación con varias CDK alteradas, en células deficientes de la función de p53, sugiere un mecanismo adicional de la pérdida de los puntos de control durante la transición de la fase G1 a la fase S en el proceso de tumorigénesis.



En algunos tejidos y bajo ciertas condiciones fisiológicas, la inducción de p53 por daño al ADN causa muerte celular por apoptosis, en lugar de interrupción del ciclo celular en la fase G1. En estas instancias, la pérdida de la capacidad para que las células mueran por apoptosis puede contribuir a la inestabilidad genómica y a la tumorigénesis y, en consecuencia, a la pérdida del mecanismo de eliminación de células con daño génico. Esto ocurre tempranamente en la progresión del cáncer y permite la inestabilidad genómica con la sobrevivencia de células dañadas, o bien, ocurre tardíamente en la tumo rigénesis y contribuye a la sobrevivencia de las células en situaciones fisiológicas inapropiadas. La selección negativa en el tejido tímico ocurre por apoptosis, y alteraciones en este mecanismo contribuyen al desarrollo de linfomas linfoblásticos.

Por ejemplo, el oncogén Bcl-2, asociado a linfomas granulocíticos, bloquea la apoptosis mediada por p53 después de la irradiación de timocitos y otros tipos celulares (cuadro I). Además, el oncogén celular c-myc y el gen de adenovirus E1A, pueden simultáneamente participar en la proliferación celular y la apoptosis. Así, el proceso de apoptosis puede estar regulado por genes que controlan la progresión del ciclo celular, lo que puede resultar en el aumento de la inestabilidad genómica y de la sobrevivencia de células transformadas.

Función de Rb en el control del ciclo celular

El otro transregulador transcripcional del ciclo celular es Rb, originalmente alterado en individuos con retinoblastoma. Rb es un gen supresor de tumores que inhibe la proliferación celular. Esto se ha demostrad o en células tumorales que carecen de este gen, y al momento de transfectarlas con Rb, se observa una supresión del potencial tumorigénico.32 Además, se ha observado que un exceso de Rb puede inhibir la proliferación celular aun en células normales.33 No se ha reportado que Rb tenga una regulación transcripcional, por lo que este gen se expresa constitutivamente en células en división o en estado de reposo. Por lo tanto, la regulación de Rb ocurre a nivel postranscripcional, por fosforilación de la proteína (pRb). Aunque directamente la función de pRb no se asocia con la interrupción del ciclo celular, existen evidencias de que la forma no fosforilada de pRb es responsable de la interrupción de la proliferación celular. Además, la fosforilación de esta proteína es crucial para su unión con otras proteínas involucradas en la activación transcripcional y en la regulación del ciclo celular.

Para determinar la función de pRb, se ha estudiado su estado de fosforilación durante el ciclo celular. En las fases G0 y G1 tempranas del ciclo, pRb se encuentra hipofosforilada (forma activa). La fosforilación de pRb ocurre entre las fases G1 y S, y aumenta en las fases G2 y M (forma inactiva). Cuando la célula termina la mitosis pRb se defosforila. La actividad de pRb está principalmente asociada a inhibición de la proliferación celular por contacto célula-célula, por falta de estímulos proliferativos o por la presencia de estímulos antiproliferativos como TGF-b1 o TNF-a. En células normales en reposo, pRb se encuentra hipofosforilada y asociada al factor transcripcional E2F. Los diferentes estados de fosforilación de pRb durante el ciclo celular sugieren que pRb es un sustrato de los complejos CDK-ciclina. La expresión, fosforilación y formación de los complejos CDK-ciclina durante la fase G1 tardía, están asociados a la inactivación de pRb. Por ejemplo: CDK2 se une con pRb y la fosforila en residuos de serinas o treoninasin vivo. CDK4-D se une y fosforila pRb in vitro. Las ciclinas E y D se acumulan en la fase G1 tardía, y su expresión corresponde con el momento en el que ocurre la fosforilación de pRb, mientras que la expresión de la ciclina A ocurre en la fase S temprana y en la fase G2, cuando pRb se encuentra hiperfosforilada (figura 2). En general, las ciclinas D2 y D3 son más estables para formar complejos específicos con pRb que las ciclinas A y E.40 Además, en células con daño genético, la transfección con pRb induce interrupción de la proliferación celular en la fase G1; sin embargo, al realizar una cotransfección con las ciclinas A o E, se libera el arresto celular inducido por pRb y se produce hiperfosforilación de pRb.

En tumores humanos donde pRb está mutada, ésta no se fosforila y pierde la capacidad de suprimir la proliferación celular. Esta mutación impide la unión de pRb a factores de proliferación celular e incluso la unión con oncoproteínas virales,  por lo que pRb puede actuar como un precursor de tumores al no inducir la interrupción del ciclo celular. No obstante, existen evidencias sobre la interrupción del ciclo celular por pRb al modular la actividad de varios factores de transcripción. Normalmente, el factor de elongación de la transcripción E2F forma un complejo con pRb no fosforilada e impide la transcripción de genes requeridos en la fase S. Estos complejos pRb-E2F pueden ser disociados por varias oncoproteínas virales como E1A, e incluso ésta disocia los complejos de ciclina A, CDK2 y p107 unidos a pRb, que se forman durante la fase S. Por lo tanto, la formación de complejos entre pRb y E2F puede ser interferida por proteínas virales como E1A de adenovirus, E7 del virus de papiloma humano y antígeno T de SV40, que son capaces de un irse a pRb no fosforilada (figura 2). El mecanismo de regulación por parte del complejo pRb-E2F ya ha sido bien caracterizado.

Finalmente, pRb no sólo actúa como gen supresor de tumores, sino también como activador de la transcripción de genes que suprimen la proliferación celular. Por ejemplo, la transfección con Rb activa la transcripción de los genes TGF-b1 y TGF-b2 en queratinocitos, factor que interrumpe la progresión del ciclo celular en la fase G1, mientras que pRb permanece defosforilada.48 Además, se conoce que pRb puede participar en el proceso de apoptosis mediada por p53.

Activación celular y puntos de control del ciclo celular

La activación celular es un programa finamente regulado en donde participan una gran cantidad de elementos los cuales son regulados por varios mecanismos de control. En la mayoría de los casos, la activación celular comienza con la interacción del ligando con el receptor correspondiente (por ejemplo antígeno-receptor de linfocitos T, EGF-EGFR, IL-2-IL2R, etc.). La transducción de señal se continúa en el interior celular con la activación de proteínas tirosinas cinasas (Fyn, Lyn, Lck, ZAP-70, etc.) que se encuentran acopladas a los dominios intracelulares de los receptores. La estimulación del receptor también puede involucrar la activación de la fosfolipasa C (PLC) que hidroliza al fosfatidil inositol bifosfato (PIP2) y genera inositol trifosfato (IP3) que mobiliza iones Ca++, y diacilglicerol (DAG) que a su vez activa a la proteína cinasa C (PKC). La inducción de tirosinas cinasas y PKC activan a los miembros de la familia de Ras (Ash, Grb2, Ras, Sos, etc.), los cuales trasmiten la señal al núcleo a través de la activación de proteínas cinasas activadas por mitógeno (MAPKK, MAPK, JNKK, JNK) y se lleva a cabo la activación transcripcional de muchos genes a través del reconocimiento de elementos de respuesta específicos, como por ejemplo AP-1 y SRE. Otra vía de transducción es la de adenilato ciclasa (AC), la cual se encuentra asociada a receptores que al ser activados producen AMPc. El AMPc activa la proteína cinasa A (PKA) para generar la proteína de unión al elemento de respuesta a AMPc (CREB). En las si tuaciones donde existe daño genético se induce a p21 a través de la forma activa de p53. Entre las funciones de p21 se encuentra la disociación de los complejos CDK-ciclina y en consecuencia s e interrumpe el ciclo celular. La formación de los complejos CDK2-E activos disocia a los complejos pRB-E2F liberando a E2F, lo cual influye en la activación transcipcional y en la progresión del ciclo celular (figura 2).

Como puede apreciarse, existe una estrecha asociación entre el proceso de activación celular y los puntos de control del ciclo celular. Los puntos de control en la transición de la fase G1 a la fase S y de la fase G 2 a la fase M son importantes en la protección de las células de fuentes exógenas de daño al ADN. Sin embargo, este daño puede ser causado por procesos celulares intrínsecos como el rearreglo de genes durante el d esarrollo, la senescencia celular y la muerte celular por apoptosis. Cuando el daño es generado por procesos intrínsecos, los puntos de control sobre la proliferación celular son importantes en la prevención de la evolución de las células normales a cancerosas. Se ha informado una asociación entre el aumento de edad, la incidencia de cáncer, el aumento de daño al ADN ­debido a una exposición acumulada de agentes que lo dañan­ y la disminución de la capacidad de reparación del ADN. Por otra parte, los estudios de senescencia celular han revelado una importante fuente de daño celular intrínseco. Los fibroblastos humanos normales no expresan telomerasa; por lo tanto, los telómeros decrecen con la proliferación celular. Se ha sugerido que la senescencia celular está asociada a la pérdida de secuencias teloméricas  y que los cromosomas con telómeros cortos activa n puntos de control que inhiben la proliferación celular. Las células senescentes tienen un aumento de aberraciones cromosómicas, con asociaciones telómero-telómero, por lo que el programa senescente normal puede gener ar inestabilidad genómica. Un gen que es necesario para interrumpir la proliferación en células senescentes es p21 (WAFI/CIPI/SDII, cuyo producto se une a los complejos CDK-ciclina e inhibe sus funciones. La pérdida de p21 en bilidad genómica (figura 1).

Durante el rearreglo de genes de inmunoglobulinas y del receptor de linfocitos T se generan rupturas del ADN y hay proteínas que inhiben la progresión del ciclo celular durante estos procesos. Por lo tanto, los genes que codifican estas proteínas son blancos potenciales para mutaciones que podrían generar inestabilidad genómica. Estas mutaciones son importantes en la etiología de linfomas y leucemias. El escape de la interrupción de la proliferación celular, por mutación en genes que controlan la proliferación durante la apoptosis, induce la proliferación de células con inestabilidad genómica, que estaban comprometidas a morir.

Por otra parte, el funcionamiento inapropiado del uso mitótico induce interrupción de la progresión del ciclo celular. Además, hay inhibición de un nuevo ciclo si la mitosis no fue completada en el ciclo previo debido a la inhibición del ensamblaje de microtúbulos. Se ha informado que las células cancerosas tienen un aumento en la resistencia a agentes antimicrotúbulos en relación con las células normales. La regulación de los centriolos ha sido menos estudiada; sin embargo, defectos en su duplicación inducen detención de la mitosis por medio de un punto de control. Por ejemplo, la expresión del antígeno T del virus SV40 e n tejido pancreático murino produce anormalidades en el número y segregación de centriolos, y esto a su vez genera inestabilidad genómica. El producto del proto-oncogén c-mos, un regulador de la metafase meiótica, produce poliploidia cuando se expresa anormalmente en células mitóticas, así como durante la tumorigénesis .

Respecto a la transición de la fase G2 a la fase M, ésta es inhibida por el daño y replicación alterada del ADN. Los puntos de control evitan la segregación de cromosomas alterados. Se han identificado pocos genes que controlan la transición de la fase G2 a la fase M; sin embargo, los defectos en la regulación de los puntos de control que actúan en esta etapa, pueden ser importantes en la tumorigénesis. Por ejemplo, se ha de mostrado que la sobrexpresión de Ras normal o mutado promueve la formación de células multinucleadas y desórdenes mitóticos, lo que sugiere que Ras puede participar en la desregulación de la transición de la fase G2 a la fase M del ciclo celular. Las células de individuos con predisposición a cáncer familiar muestran mayor frecuencia de rupturas cromosómicas después de la irradiación. Las células de pacientes con ataxia telangiectasia se detienen en la fase G1 después de la irradiación. Líneas celulares derivadas de cánceres humanos interrumpen su progresión en la fase G2 después del daño al A DN. Además, la expresión alterada de elementos, que participan en la transición de la fase G2 a la fase M, como las ciclinas A, B y de CDK2, se presenta en los mismos cánceres.

Control del ciclo celular y terapia contra el cáncer

En términos generales, en las estrategias instrumentadas contra el desarrollo del cáncer, el efecto que produce la mayoría de los agentes antineoplásicos es daño al ADN, al aparato mitótico, a las topoisomerasas, o inhiben la síntesis o incorporación de precursores del ADN. El éxito de estos agentes en la muerte selectiva de las células cancerosas varía principalmente en función del tipo de cáncer. Algunos cánceres son sensibles a estos agentes y son curables (leucemia linfoblástica aguda y cánceres de células germinales), mientras que otros son relativamente resistentes y no son curables (carcinoma de colon). Esta variabilidad de respuestas refleja la especificidad celular ante los agentes anticancerígenos. En consecuencia, los puntos de control del ciclo celular representan una buena opción para la aplicación de los agentes quimioterapéuticos.

En este contexto, varias propiedades importantes de los puntos de control del ciclo celular merecen cierta consideración.

1. Los puntos de control son sistemas de transducción de señal. La existencia de varios componentes para cada uno de los puntos de control sugiere la presencia de cascadas de transmisión, y cada una de éstas representa múltiples blancos para la intervención terapéutica.

2. La mayoría de los genes de los puntos de control son esenciales en células normales, ya que ellos codifican para componentes de la maquinaria del ciclo celular que emiten o suprimen señales, o porque participan en más de una función celular. Para las vías no esenciales, los agentes terapéuticos que están dirigidos hacia los puntos de control sólo serán detectados por su sinergismo con otros agentes que dañen a la célula.

3. Los puntos de control aseguran la fidelidad e integridad de la replicación y segregación genómica. La reparación del daño espontáneo del ADN requiere del correcto funcionamiento de los puntos de control para que las células mantengan esta fidelidad e integridad en la replicación del genoma. Por lo tanto, la restauración de los puntos de control que están alterados podría retardar la evolución de la célula normal a célula cancerosa, de igual manera que en ausencia de fuentes exógenas que dañan al ADN.

4. Los sistemas de transducción de señal exhiben adaptación. Si los puntos de control están dañados, las células prosiguen el ciclo celular aun cuando la alteración no haya sido reparada. Las alteraciones génicas que aumentan la habilidad de las células para adaptarse podrían acelerar la evolución del proceso neoplásico. Además, la inhibición de los componentes involucrados en la adaptación sugiere blancos terapéuticos para reparar los puntos de control alterados, como un mecanismo que retardaría la evolución de las células normales a células precancerosas.

5. La activación de los puntos de control induce una variedad de respuestas celulares. Por ejemplo, la expresión anormal de p53 en células que entran a la fase S con el ADN dañado es más nociva, por el hecho de que estas células no sufren muerte por apoptosis. La función de los puntos de control en la apoptosis está influida por el tipo celular y por la naturaleza de las señales de proliferación, o bien, por el daño al cual las células responden. La restauración de los puntos de control podría inducir la respuesta de muerte celular por apoptosis de las células cancerosas y aumentar la sensibilidad a los agentes que daña n el ADN. De hecho, al aplicar terapia génica con p53 normal a células de cáncer cervicouterino, se induce el proceso de apoptosis. Por lo tanto, los componentes de la respuesta apoptótica podrían ser usados como blancos terapéuticos, si la apoptosis pudiera ser activada en ausencia del daño al ADN. Esto podría ser posible para probar la especificidad de cierto tipo de células cancerosas, ya que no todas las células responden a las mismas señales apoptóticas.

El conocimiento de nuevas drogas que inhiben o activan puntos de control permite la designación de estrategias terapéuticas eficientes. Para los cánceres localizados, la inhibición de un punto de control no tiene efecto en las células que simultáneamente no se expusieron a agentes que dañan el ADN, por lo que la radiación local de los cánceres o la acción de agentes citotóxicos facilitará el uso de tales compuestos. Las células de individuos con ataxia telangiectasia tienen alteraciones en los puntos de control que regulan el ciclo celular en la transición de la fase G1 a la fase S, y de la fase G2 a la fase M después de la radiación local, y son sensibles a efectos citotóxicos de radiación. Por lo menos, uno de los genes responsables de ataxia telangiectasia ha sido localizado en el cromosoma 11q, y éste podría ser un blanco terapéutico idóneo.

Una característica que puede distinguir a los cánceres que son curados con quimioterapia es la capacidad de sanar por un rápido proceso de apoptosis, en respuesta a agentes citotóxicos. Algunos de los genes que regulan la progresión del ciclo celular de la fase G1 a la fase S están involucrados en el control de la apoptosis. Además, la muerte celular por apoptosis ocurre como un balance del control positivo y negativo de las señales de proliferación, lo cual sugiere asociaciones entre genes que controlan el proceso de apoptosis y el ciclo celular. Estos genes son posibles blancos para la manipulación de la sobrevivencia celular después de la exposición a agentes citotóxicos. El producto del gen Bcl-2 protege a las células de la muerte por apoptosis mediada por Bax. La caracterización de otras moléculas similares a Bcl-2 o que interactúan con Bcl-2, tales como B cl-xl y Mcl-1, sugieren blancos atractivos para el implemento de terapias anticancerígenas. Por otra parte, mientras que los fibroblastos usan a p53 para interrumpir el ciclo celular después del daño del ADN, los timocitos mu eren por apoptosis mediada por p53. La pérdida de la función de p53 en las células que inician el proceso de apoptosis produce resistencia al tratamiento citotóxico. Así, una terapéutica global sería inducir el proceso de apoptosis, en lugar de interrumpir el ciclo celular en las células cancerosas que tienen p53 mutado.

Los controles moleculares de la progresión del ciclo celular pueden proveer nuevos blancos para agentes citotóxicos. Por ejemplo, las células cancerosas mutadas en Rb tienen un aumento en los niveles de E2F-1, lo cual teóricamente resultaría en el aumento de la transcripción de ciertos genes como: dihidrofolato reductasa (DHFR), timidilato sintetasa (TS), ribonucleótido reductasa (RR) y timidina kinasa (TK). El aumento de la expresión de DHFR induce resistencia a metotrexate. De manera similar, el 5-fluorouracilo u otros inhibidores de TS pueden ser efectivos, no sólo porque funcionan regulando negativamente al DHFR, sino porque actúan uniéndose a la TS e inhiben su actividad. Tal efecto podría ser usado en el osteosarcoma, en el cual Rb está mutado, y el metotrexate es un agente antineoplásico comúnmente usado. Además, el metabolismo de purinas se ha estudiado a mpliamente y representa otra alternativa para el desarrollo de agentes antineoplásicos.

Nuevos productos génicos o productos de genes sobrexpresados en cánceres específicos proveen otros blancos potenciales para la terapia contra el cáncer. Por ejemplo, la proteína quimérica timidina cinasa bcr-abl y el factor transcripcional AML-1, no están presentes en los tejidos normales, pero se generan de translocaciones cromosomales en la leucemia mielogénica crónica y en la leucemia mieloide aguda, respectivamente. Estas proteínas contribuyen a la alteración del ciclo celular y el proceso de apoptosis en las células malignas; por lo tanto, disparan la expresión de genes específicos, afectando la mayoría de los puntos de control. La reciente demostración de la expresión de telomerasa en células cancerosas pero no en células normales, así como la potencial dependencia de las células cancerosas de la actividad de la telomerasa para la viabilidad, supone a la telomerasa como otro blanco atractivo para la terapia específica anticancerígena. La pérdida de la telomerasa probablemente activa los puntos de control en la transición de la fase G2 a la fase M, induce la interrupción del ciclo celular, y probablemente, el proceso de apoptosis.

Control del ciclo celular y prevención del cáncer

Si la inestabilidad genómica es una de las condiciones para el desarrollo del cáncer, la reducción de esta inestabilidad ayudaría a prevenirlo. Por ejemplo: p53 es la proteína de control del ciclo celular mejor caracterizada, relacionada con la inestabilidad genética. Mutaciones en p53 parecen ocurrir en etapas tempranas de ciertos cánceres y pueden estar presentes en displasias, pero no en lesiones malignas del epitelio bronquial. La exposición de tales células a agentes que dañan el ADN puede explicar el aumento en la frecuencia de aberraciones génicas. La prevención del daño al ADN evitaría tales aberraciones. No todo el daño al ADN es causado por agentes exógenos; también se presenta intracelularmente daño oxidativo que conduce a la célula de normal a maligna. Por lo tanto, la prevención del daño oxidativo posiblemente sería efectiva en el desarrollo del cáncer para retardar o evitar la transformación maligna. Los agentes ambientales que alteran los puntos de control del pase de la fase G1 a la fase S, aumentan la inestabilidad genómica de igual manera que el daño oxidativo. La identificación y/o eliminación de los agentes ambientales que actúan inhibiendo los puntos de control o reparación del ADN, pueden ser una estrategia de prevención efectiva contra el cáncer. Los cánceres de cabeza, cuello, orales, esofaríngeos y de la piel presentan mutaciones en p53, y todos los tejidos tienen probablemente una exposición significativa a agentes que dañan el ADN. Alternativamente, si las células cancerosas premalignas retienen a p53 normal, la inducción del proceso de apoptosis podría retardar el porcentaje de progresión a un estado maligno. En células donde están alterados los puntos de control, la restauración de la función de éstos es otro mecanismo potencial para abolir la progresión del cáncer, pero es una de las tareas más difíciles de realizar. Sin embargo, las estrategias para la manipulación de la función de p53 incluyen técnicas de transfección de genes (terapia génica) que inducen la expresión de p53 para restaurar su función normal. Estos resultados sugieren que la transfección con p53 normal a células con cáncer cervical representa una potencial estrategia para la terapia de este tipo de cáncer. La inactivación de la proteína MDM2 es otro blanco potencial para restaurar la función de p53.

 Bibliografías:
·        a) Patología estructural y funcional. Octava edición. Editorial El sevier Saunders. Autores: Kumar, Abbas, Fausto, Aster. Paginas consultadas 279-282.

·         b)Brandan, Nora y Juaristi, Julián,  Profesores Titulares. Cátedra de Bioquímica. Facultad de Medicina. UNNE.  Consultado el: Disponible en ht Judith Meza Junco, Aldo Montaño Loza; Álvaro Aguayo González. Revista de Investigación clínica. Rev. Invest. Clin. 2014(25 de marzo de 2014);v.58 n.1. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0034-83762006000100008&script=sci_arttext

·        C) Mural.uv.es. valencia; Ana Núñez Villén; mayo 2008 (25 de marzo 2014). Disponible en:http://www.slideshare.net/saShaLameDiXica/factores-crecimiento-y-receptores-2008

·         d)  Robbins y Cotran. Patología Estructural y Funcional. Octava edición. Elservier España 2010. Página 282, figura 7-26.
    e) Tania Lahera Sánchez1, Obdulio Juan González Hernández2 . Revista Habanera de Ciencias Médicas. Rev haban cienc méd v.9 n.2 Ciudad de La Habana abr.-jun. 2010. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S1729-519X2010000200006&script=sci_arttext
tp://med.unne.edu.ar/catedras/bioquimica/pdf/oncogenes.pdf

f) Regulación del ciclo celular y desarrollo de cancer: perspectivas terapéuticas

 Salud Pública Méx 1997; Vol. 39(5):451-462




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